VIBORESTAURANT, hablaremos de los restaurantes de todo el mundo, desde nuestro punto de vista que logicamente es muy subjetivo.


miércoles, 18 de noviembre de 2009

DA RENZO ¡ Che sorbolle ¡


En la comuna de Providencia entre la 11 y la calle Providencia, en la mini calle de la Guardia Vieja en el nº 47, está un pequeño y longevo local que parece no estar en Chile sino en la mismísima Roma en el barrio del Trastevere.

Si cuando estuve en el Fieramosca en el Trastevere dije que aquella pasta y aquel parmesano en forma de nido después de fundirlo al horno era una de las exquisiteces italianas que mas me sublimizaron, la pasta de Da Renzo no tiene que envidiar a la mas sabrosa de la madre Italia.

Ya saben que por mi formación no soy muy partidario de la gastronomía italiana pero siempre me le doy un guiño.

Siempre me había dado la impresión que con las salsas los italianos quieren enmascarar la pasta, en DA RENZO quedé patidifuso cuando el camarero me preguntó cómo quería la salsa: seca, media o liquida, es la primera vez en mi historia gastronomita donde en un italiano, ni en Roma, me preguntan cómo quiero la salsa.

Esto me hizo reflexionar, si me preguntan como quiero la salsa, es que estos gallos (expresión chilena para decir estas personas) cuidan la pasta. Y Así fue, que pasta shuta !!! Mama mía !!!! Casera, a mano, cuando la pasta es como Dios manda le sobra toda salsa.

Pasta así sólo la había probado en Roma y en la estancia de Svonkov en San Ramón , en Santa Cruz.

Por cierto el babero a cuadros imprescindible, te lo colocas y como niño para comer con las manos, no te preocupes por las manchas.

Da Renzo, todos los días lleno a reventar, donde esta la miel acuden las moscas. Cuando viajamos por España mi abuelo siempre me decía pararemos en el restaurante de carretera donde más camiones estén varados, allí éxito seguro, a Da RENZO o vas con tiempo o ciao a esperar, no hay camiones parados los parados son los que esperan.

En mi caso pedí unos fetuchini con salsa carbonara, que carbonara !!! Mama Mia !!! “Per fare una buona mangiata” como dicen en Bolognia “che sorbolle”. Carbonara que en vez de tocino llevaba, un tocino que parecía jamón de pata negra, puro de bellota.

Y del vino, me hizo gracia por sus botellas de cristal para vino a granel de la viña Santa Emiliana, un recurso barato y clásico, cabernet sauvignon sin mas pretensiones.

Les recomiendo el lugar, el único pero es que no tenían grapa, fue el único detalle que lo tuvimos que solventar con pisco seco. Recomendado cien por cien para quien les guste las “guisofias” italianas.

En DA RENZO de Santiago de Chile estuvo apuntito de pasarme lo que me paso en Roma, vino el mesero y me preguntó que quería y le pedí espagueti carbonara, luego el mesero me pregunto si quería algo de segundo y le dije spaghetti carbonara, y al llegar para preguntarme por el postre me pregunto por el postre y le contesté espagueti carbonara, se fue resoplando y jurando en hebreo diciendo que estaba loco y me comí el tercer espagueti a la carbonara.

Aquí no pudo ser después del almuerzo me esperaba una larga tarde de campaña electoral que es lo que me estoy dedicando en Chile y estos excesos están en contra flecha con un trabajo de este calibre. !! Otra vez será!!!!

viernes, 13 de noviembre de 2009

club de pesca algo mas que un restaurante


Presumo de haber estado en alguno de los mejores restaurantes donde las vistas panorámicas que se ven desde ellos son lo primordial, en algunos de estos también la comida, tal es el Caso del restaurante del hotel Hasler en Trinita de Monti de Roma donde podemos admirar una espectacular vista de la ciudad eterna, o de la extraordinaria vista de Barcelona desde el restaurante Miramar o desde la torreta del puerto suspendidos a 75 metros de altura.

Todos recordamos en la Torre CAINCO en Santa Cruz el restaurante de la torre sur. O bien el Restaurante Río Grande a la orilla del Guadalquivir con el reflejo de la torre del oro y la Giralda. Y En Sucre la buena vista del Kolpin que tiene la tacita de plata chuquisaqueña a sus pies , lastima de la comida no esta, nunca mejor dicho, a la altura; o el restaurante del Hotel los Parrales que te deja Tarija en horizonte y puedes disfrutar en día de fiesta de los fuegos artificiales.

Hablando de restaurantes de vistas anoten el Club de Pesca de Cartagena de Indias, no sólo por la vista de la bahía y sus murallas y el reflejo de la luna y las estrella en los mares del Caribe, sino también por su singular ubicación en una esquina de las murallas cartageneras, donde por si solas ya crean el ambiente y la decoración.

En su web http://www.clubdepesca.com/principal.html se habla de un sitio único y es así , fundado hace ya mas de 50 años por un italiano, Don Humberto Benedetti,, que no oculta el fisco de un buen dueño de buen restaurante, esta situado en la Manga, enclavado dentro de una de las esquinas del fuerte de San Sebastian del Pastelillo. Construido en 1743 para la defensa de la Ilustre ciudad de Cartagena de Indias.

Loado el sitio pasemos a hablar de la gente que nos sirvieron, no se el nombre, y al alzarnos de la mesa ya no estaba (se hubiera llevado una muy buena propina), para mi una de las mejores meseras que he conocido en este ir y venir americano. Ella más bien bajita, flaca y criolla morenita sin ser negra, simpática sin ser empalagosa, amable y sobre todo una gran profesional, le gustaba su trabajo y lo hacia muy bien, quizá ella no sepa que haciendo lo que hace así de bien y cuidando las cosas pequeñas con este afán de servir puede ganarse el cielo, solamente ofreciendo a Dios cada día este su quehacer.

La flaca así la llamaré, pues el ambiente daba para estar escuchando la canción de Jarabe de Palo, nos orientó en lo que la gastronomía del Club de Pesca nos ofrecía. Yo opte por lo el pescado de la Bahía que en temporada es Róbalo. Mis acompañantes optaron por una especie de “tutifrutti” de marisco a la cartagenera, un combinado de marisco, coaktail de camarones filete de pescado a la criolla langostinos arroz con coco sobre corteza de tatema y patacones. De lo cual dimos cumplida cuenta, por la cara de mis acompañantes su plato estuvo exquisito y el mío también, pero en honor a la verdad me pareció algo escasa la ración, y así se lo hice saber a la Flaca que profesionalmente recogió mi único ladrido.

Todo esto fue cumplimentado, Cómo no, con un Sauvignon Blanc, botella modesta en el precio, después de ver el resto de la carta, y de la viña más grande en ventas en Sudamérica y segunda en el mundo del vino, de la viña chilena Concha y Toro un Casillero del Diablo.

No es que fuera el mejor blanco de la carta que había otros muchos, es que no quería que mi amigo Paco se fuera con la cartera rota. Ya que la amplia carta de vinos del Club de Pesca es espectacular y sobre todo en Blancos pues el maridaje de los blancos con el marisco y pescado es obligatorio. En tintos hasta mis paisanos estaban representados con lo mejor Vega Sicilia de Ribera del Duero en su etiqueta Valbuena eso si a casi 500 usd $, una de las mas caras en la carta.

Los humillos del infierno en su forma de Sauvignon Blanc maridaron horizontalmente (maridaje de un vino con todos los platos) y a la perfeción con la buena cocina de los fogones que están pegados a las murallas del fuerte de San Sebastian del Pastelillo; y hablando de pastelillos llego el postre un volcán de chocolate con nata, que compartimos entre todos, mientras agotábamos las últimas lágrimas del “angel caído”.

La conversación muy interesante y de personas, sabias amables y grandes profesionales que al día siguiente en un foro organizado por una importante institución internacional, teníamos que sacar nuestros títeres a un público exigente.

Por eso no pudimos aprovechar hasta el amanecer el estelar momento, lo de estelar es por las estrellas que se reflejaban en las bahía, pero también estelar por la música del guitarrista, que apostado en una torreta del fuerte -cual vigía de antaño oteando el horizonte en busca de barcos piratas- rasgaba las cuerdas con punteos que parecían sonidos emanados del mismo Paco de Lucia cuando interpreta “entre dos aguas”.

Total que es uno de estos templos gastronómicos que no hay que dejar pasar, mejor por la noche que con sol, un lugar que por su enclave, su servicio y su buen manjar tiene que anotar en su moleskine. Pero si hay algo de lo cual nunca me olvidaré es de la profesionalidad de la flaca algo difícil de encontrar y más en esta América que de norte a sur hay mucha y buena materia prima, regulares fogones y un más malos que buenos servicios.