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viernes, 30 de mayo de 2014

EN JARDINES DE ASIA TRIPLE MORTAL DEL MARIDAJE

Tres temperaturas, tres texturas, tres sabores en un mismo plato, todo ello buscaba  un maridaje complejo y casi en los límites de lo imposible, de esta manera comenzó el Festival del Maridaje de Jardines de Asía.

Todos se preguntarán ¿quién fue el osado vino que se atrevió con tal compromiso culinario de niveles  “cuasi” galácticos?

La cocina del chef peruano, formado en España, Rodrigo  Conroy,  comenzó de esta manera en este evento innovador que Jorge Calvo nos ha traído a Santa Cruz.  El restaurante del grupo de Los Tajibos es de los más innovadores y lo demuestra día a día con hechos,  por esto se está situando como uno de los mejores de Bolivia abriendo una franquicia en La Paz y organizando eventos como estos.

El maridaje, la gran boda del vino y la comida, nace como un exponente de alta gastronomía cuando se busca enlazar, complementar y armonizar los dos elementos que participan en las nupcias.

El reto del primer plato de este Festival, era sin lugar a dudas muy  difícil y tentador; maridar una receta  con tres elementos muy distintos, texturas y temperaturas;  como los canalones de quínoa con foie y queso parmesano, con una lámina caramelizada crujiente con un vino.

Las características del vino, tenían que estar acordes a este singular propuesta;  ni blanco ni tinto, frio por el helado pero burbujeante  con aguja para compenetrarse con la quínoa, y además sutilmente complejo para neutralizar el foie.

¿Dónde está un vino así? Solamente la Bodega de Ernesto Catena con su “Alma negra” espumante Malbec podría estar en este lecho; y Jardines de Asía ser el marco emblemático para estas nupcias. Se logró una verdadera comunión en la búsqueda de  la conjunción de sabores texturas  de calidad Ultra Premium.

De color naranja salmón. Ligeramente amargo con aromas a fresas confitadas, cortezas de cítricos y bizcochos dulces. Agradablemente seco, fresco y luminoso. Su final es marcado y prolongado con sabores firmes y perfume persistente, formaron un solo ser con este memorable plato.

Después de este maridaje  quedaban otros cinco platos con diez propuestas vitivinícolas más, la noche fue esplendida, personalmente me quede sólo con este vino.  Eventos de este nivel son los que la cultura del vino necesita en Santa Cruz y no “las charlotadas” que otros proponen.

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