Comenzamos el 2011 con una mesa de lujo no diré ni donde ni cómo ni con quién. Pero al analizar esta mesa uno se da cuenta de que no éramos muchos, era un público muy selecto e intelectual y debía ser un lugar realmente privilegiado junto al mediterráneo.
Tranquilidad, tertulia, buen nivel para la conversación y un lujo de compañía para el optimismo, la alegría, el trabajo y la innovación profesional, un grupo de este nivel no necesita de frivolidades bailes y músicas que desmerecen de la palabra y el pensamiento.
Con este nivel de invitados la mesa tenía que estar a la altura pues era el consorte adecuado para el fluir de la velada Los fueron varios:
Tinto de La Rioja Solagüen crianza del 2006, Tinto del Somontano Viñas del Vero crianza 2005. Tinto Vinya Carkes crianza del 2005. Rosado Raimat 2009. Peñascal Rosado aguja del actual vintage, Riesling Blanco del 2009 Torres, Raimat Blanc 2008.
Como pueden observar, acertadamente no se descorcho ningún reserva ni un gran reserva, al estilo nuevo rico, sino vinos modestos buenos, elegantes y apetecibles para un maridaje con 10 platos a modo de tapas, que se tenían que poder ensamblar con vinos jóvenes o de crianza como mucho, y que no decantaran la opción de la bebida por su supuesta calidad. Acertada decisión.
La minuta de los diez platos donde se veía la mano de Ferrán Adría estaba compuesta por. Frivolidades de marisco, caramelo de ave agridulce, Coca de berenjena atún del norte, tarta de sableé de parmesano y setas ¡Exquisito! Albóndigas con sepia, Patatas rellenas de angulas de la ria del Nervión. Gambas al romesco catalán. Croquetas crujientes de bacalao. Granizado salado de tomate con orégano fresco y manjar blanco.
Y unas tartaletas de piña tropical con coco, para rematar el postre.
Preparado a modo de pequeños pinchos, cada plato podía ser degustado y maridado con la mesa de vinos anteriormente mencionados. Comida ligera donde la paleta de sabores influía más que las cantidades, donde aromas y texturas eran los matices adecuados y equilibrados para proceder a un maridaje sin prisas, pero sin pausa.
De los vinos quiero hacer solamente mención de dos por un lado el Solagüen crianza del 2006 un Vino elaborado sin proceso de filtrado, sus características constituyen un fiel reflejo de la tradicional forma de elaborar y criar vino en La Rioja. La crianza la realiza en barricas de roble americano durante 12 meses y pasa 8 meses en la botella para acabar de redondear ella.
En su fase visual aportaba en esta noche de luna que se filtarba bajo los arcos de aguja gótica un Color cereza picota intenso con ribetes violáceos.
En nariz Frutos rojos, cacao, regaliz, algo especiado y licoroso. Predominan las notas de fruta ante la madera, poco perceptible.
En boca, en boca se comportó noble y muy adecuado a cada uno de los platos si hubiéramos optado por un maridaje vertical. Es un vino lleno, sabroso y potente. De paso aterciopelado. Sobresalen los frutos rojos confitados. Final cálido.
Ya que durante todo el 2010 hemos estado con los Rosé del nuevo mundo quisimos hacer una comparativa con un rosado similar del Viejo mundo, y acá nos encontarmos con este Raimat que sin tener la untuosidad y viveza de los sacados por la mano y nariz de nuestro querido Sergio Correa en campos de solana, se comportaron con nobleza, y plenos de gratitud, acercándose mucho al perfil del Rose boliviano.
El Rosado de Raimat, fue la estrella de la noche un vino ideal para maridar con este tipo de cenas bien cuidadas, vino de color rosa estridente vivo con buena intensidad colorante, muy bien conservado, encontrándose en capa fina matices fucsia, violáceos y rojizos. Aparece limpio, brillante y cristalino y despliega buena lágrima al agitar la copa.
En nariz no tiene el apogeo propio del Rose del nuevo mundo es un poco mas apagado con moderada intensidad aromática, no es un vino intenso en nariz pero si muy agradable. Aparece fruta roja madura: fresas, frambuesas, grosellas, sobre un fondo goloso y dulzón (mermelada) y con un toque floral: recuerdos a rosas.
Primo hermano del Rose de campos de solana, el Raimat rosado en es muy amable y goloso. Tiene una entrada dulce, da esa sensación aunque se trata de un vino seco, debido a la explosión de fruta que aparece en boca. Recuerdos a mermeladas y confituras de fresas por vía retronasal, con un final muy largo. Es un vino muy persistente.. Para mi no fue un descubrimiento pues durante todo el año hemos catado vinos similares a este, no desmerece y podría clasificarlo que es un fantástico vino rosado con una relación calidad-precio extraordinaria. Un magnífico vino rosado totalmente recomendable que donde lo descorche triunfara, por supuesto el ensamblaje era de merlot y cabernet Sauvignon.
En definitiva nos presentamos ante el 2011 con una introducción de lujo,una compañía inigualable y una cocina sólo superable por aquellos 520 litros de vino de las Bodas de Canaa, donde no fue el vino ni el fogón ni la cátedra gastronómica lo que lucio que lució, sino el corazón y el amor con que se hicieron las cosas. No hay oro en el mundo para valorar y apreciar esto.